miércoles, 30 de mayo de 2012

No soy gruñón, soy inteligente.


"Pensar contra la corriente del tiempo, es heroico; decirlo, una locura." Eugène ionesco




No me considero un hombre virtuoso, ni perfecto. Pero si he de jactarme de alguna virtud; sería sin lugar a dudas mi capacidad por decir las cosas como son, sin pelos en la lengua, de frente, sin ataduras ni tabúes.

Últimamente me he dado cuenta de que mucha gente, me considera gruñón, quejumbroso y amargado, entre otras cosas...

Todo es cuestión de percepción, no todo es blanco o negro, hay una cantidad inimaginable de matices grises; así, me encuentro inmerso en uno de ellos, y  les digo a quienes juzgan y pontifican mi forma de ser: No es que sea gruñón o amargado... Soy armaladepedo-dependiente y  no me conformo con cualquier cosa. Apelo a la inteligencia, la capacidad de responder con fundamentos y a la retórica de las personas que me rodean. 

Estoy en una constante búsqueda por la auto-satisfacción sensorial, física, mental y espiritual. (no ostento superioridad, sólo estoy un paso adelante).

No me conformo con la situación política que vivimos los mexicanos, no me conformo con el estado opresivo y represivo en el que vivimos los estudiantes mexicanos (quienes les recuerdo; somos el futuro de nuestro México), no me conformo con la pésima calidad mediática del país, mucho menos y por sobre todas las demás me conformo con la plausibilidad del mexicano por la mediocridad.

Me considero un ser de pensamiento libre y profundo. Soy como un infante que todo cuestiona, de vez en cuando se confunde como un fútil intento por fastidiar, pero la realidad, es que necesito saber el por qué de las cosas,  mi edad y educación no me permiten tragarme cualquier patraña.

Me declaro eterno enemigo del  prepotente, enfermo de poder; que utiliza la clásica respuesta: "porque sí y te chingas"


Hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo, siempre las habrán... Y me quejaré de las cosas que me parezcan injustas, o estúpidas, hasta el día en que me muera. Jamás silenciaré lo que por naturaleza, mi espíritu y mente gritan. Lo siento; así soy yo y no hay, ni habrá poder humano, físico, ni metafísico que detenga mis denuncias.


Aquél ser supremo, al que ustedes llaman Cristo, Alá, Jebús, Buda o como sea que lo llamen, me dio las herramientas que permiten expresar mi sentir y de ningún modo voy a rechazarlo. 



No, no soy gruñón; ¡soy inteligente!