viernes, 31 de agosto de 2012

By the book






"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo."
-Franz Grillparzer-


Desde niño, he tenido problemas con la autoridad y me han considerado un "desadaptado" o "mal portado" sólo por pensar diferente a los demás y por cuestionar lo que pasa a mi alrededor. 

Nunca me ha parecido que las respuestas "por que soy tu superior y tienes que respetarme" o "por que así deben ser las cosas" sean válidas. 

Primero, porque el respeto no es de a grapa; respeto a quien respeto merece y punto. Y segundo porque, bueno... ¿quién chingados dijo que "así deben ser las cosas"? y no hablo de algún punto en particular.

Hablo generalizando la respuesta al tipo de preguntas que hacíamos cuando pequeños, o incluso ahora, cuando tenemos un jefe o un maestro. 

Recuerdo hace algunos (muchos) años, tuve una discusión con una señora que pretendía enseñar inglés a nivel primaria, la verdad, no recuerdo muy bien el argumento que inició la discusión, pero creo haber corregido a la maestra, y ella en un acto de soberbia; decidió refutar la corrección, misma que nos enfrascó en una obsesiva lucha por el poder, en la que ella se rehusaba a aceptar su error y seguir adelante; y me aventó la clásica "yo soy la maestra y se más que tu" y bueno, hasta cierto punto tenía razón... digo, tenía 25 años más que yo, y supongo que terminó cuando menos la prepa; sin embargo ser más grande o tener un rango superior, no te exime de cometer errores ¿o si?. Para no hacer la historia más larga de lo que merece ser, la tipa se puso agresiva y en pocas palabras dijo que era un chamaco pendejo y que con esa actitud no llegaría lejos... 

No soy del tipo de personas que se arrepiente fácil de lo que hace o dice, porque la neta es que casi siempre, pienso antes de hablar. No obstante, la agresión que recibí me hizo explotar y contestarle (más o menos) así: "probablemente no llegue a ser la gran caca, pero le aseguro que llegaré a ser muchísimo más que usted, una pésima, frustrada y soberbia maestra" no me enorgullece la forma en que lo dije, pero tampoco me arrepiento del todo, porque a pesar de haberle hecho llorar, quiero suponer que quien terminó aprendiendo una lección fue ella.

Ese recuerdo, me lleva al siguiente punto, y ese es, que nunca he sido partícipe de los tabúes en la sociedad mexicana. 

Entre ellos, el que más me molesta, es la creencia popular de que la pregunta: "¿Qué van a decir los demás?" sea importante. Mucha gente se queda callada por vergüenza y miedo a ser juzgados... Yo no entendía las razones que me hacían ser así, hasta hace unos 6 años, que entendí que el único que me puede juzgar, soy yo. 

La gente se rige por lo que los demás dicen y por lo que se establece en el universo social, del cual forman parte. Por lo tanto, yo particularmente no siento respeto alguno por la gente con poco criterio que ofende y critica, basándose únicamente en la convención popular de "lo que está bien" y "lo que está mal". 

Vaya, no es que me considere un ente ajeno a la sociedad, porque sería humanamente imposible. Mi necesidad comunicativa me obliga a entablar relaciones con individuos que forman parte de la masa.

Sin embargo, puedo escoger relacionarme con gente que tenga la misma capacidad cefálica que yo, y que a su vez les permita separarse de la masa y decidir por ellos mismos, qué es lo que está bien y qué no lo está. 

Por otra parte, no podemos ignorar el hecho de que formamos parte de una sociedad y a pesar de estar en contra  del pensamiento popular;  tenemos que adaptarnos. No podemos arriesgarnos a la "muerte social" porque a final de cuentas es "ella" (la sociedad) quién nos ofrece un futuro...

Creo vehementemente, que la mente y el espíritu son las únicas armas que tenemos los humanos, dueños de nuestro sentir y pensamiento. Ellos conforman un santuario impenetrable, siempre y cuando nuestras acciones reflejen lo que pensamos.


No se dejen llevar por la corriente. 




jueves, 30 de agosto de 2012

Inmensamente rico.

"¡Cuan grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de un buen padre!"
-Juan Luis Vives-


Papá; mi primer y mejor amigo. 

Un hombre lleno de cualidades y virtudes poco comunes, que a lo largo (o corto) de mi vida, me ha guiado y enseñado cosas que cualquiera de ustedes envidiaría. 

Un buen padre, no se define como tal, por la cantidad de caprichos que nos cumplen, ni por la cantidad de cosas que nos dan. Sino por lo que nos transmiten y nos enseñan. Por eso estoy seguro sin temor a equivocarme, que mi papá es el mejor de todos, quizás no para ustedes, pero para mi si, y eso es suficiente.  

Nunca fui del tipo de niño, ni adolescente que se avergonzaba de presentar a su papá, al contrario; mi pecho siempre se ha llenado de orgullo al decir: "ése señor de allá, es mi papá".

Personalmente creo que la vida no pudo ser mejor conmigo en ese sentido. Mi papá no solo funge como padre; también es mi mejor amigo, mi consejero, mi guía espiritual, "mi compañero de aventuras". Por eso, si tengo suerte algún día seré, la mitad del hombre que es el.

Yo amo a mi papá y es un honor que la vida, me haya dado la oportunidad de formar parte de su vida. Admiro a muy pocas personas en la vida, pero definitivamente a quién más respeto y admiración le tengo es a mi papá, y gran parte de quien soy, se lo debo a el. No podría estar más agradecido de tener la familia que tengo.






Gracias pa, te quiero mucho.